viernes, 15 de julio de 2011

- EL RIVAL DEL DIABLO -




A "Ego", Dios no podía caerle bien. Ni le caería. Pero a quien no soportaba,     y     odiaba   profundamente, era al Diablo.
Ego, siempre quería más. Y su mejor objetivo debía de ser un ser sanguinario y terrible: exactamente, el mismo Diablo. Y allá que puso toda su energía para poder derrotarle.
Vencer al Demonio, no iba a ser nada fácil. Pero, lo iba a intentar con todas sus fuerzas   y  concreciones. Por ejemplo, y para empezar, Ego nunca jamás había sido antes un ángel. Ni caído, ni sin caer. Ego nunca pudo ser antes un seguidor de Dios, cosa que sí Luzbel.
Pero, la cuestión, era rebelarse contra todo y ante todos. Intentar buscar los puntos flacos de Satán, hasta desfondarle y hacerle sucumbir. ¡Destrozarlo!
Mas el Diablo sonreía maliciosamente a Ego. Le sacaba la lengua con lascivia, le proponía sodomía, y le llamaba exagerado y afeminado.
Ego, sintió que la sangre le hervía. Adelantó su mano, y se dispuso a golpear la faz del Satán con todas sus fuerzas. Pero solo logró hacerse una herida en su mano potente. El cuerno del Diablo.
Ego, no se inmutó. Le blasfemó al Demonio con potencia y energía de fondista, pero el Demonio hacía gestos como que estaba sordo y no podía escucharle el más mínimo sonido, Y, a continuación, y tras tocarse las partes íntimas, le soltaba unas estruendosas   y  eficaces carcajadas. Demonio del Mal.
Ego, cayó al suelo derrotado. Su energía de ambición y de dominio, habían dicho basta. Y, ya en el suelo, lloraba amargamente su impotencia. Hasta, que, finalmente, le habló la voz  de Dios diciéndole: "No, Ego. Si quieres derrotar al Satán, ésa  no    es    la    mejor   estrategia. Reflexiona, Ego. y en cuanto a mí, sepas que te perdono tu ambición y osadía.   Quedas     bendecido por las fuerzas del Bien"...
Ego se quedó estupefacto, y de repente sintió una fuerza de luz descomunal. Miró a Dios, y le sonrió con sosiego. Y la sorpresa de Ego, continuaba. Porque, a escasos metros de él, el Gran Satán le miraba con terror y hacía amagos de huír despavorido. En efecto, la gran fuerza de la Luz era sabia. Yendo tras el Demonio con paz y alegría, lograba Ego un triunfo absoluto sobre el Rey de la Maldad.
-Y PUDO VENCERLE-

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