martes, 7 de agosto de 2012

- EL PARCHÍS -



Jugar al parchís con mi madre senil, es todo un descubrir tierno     y   juguetón    de     su  personalidad actual. Es, os lo aseguro, una fascinante aventura.
Mi madre juega al parchís fenomenalmente. Os aseguro que juega mucho mejor que yo. Lo que pasa es que ella nunca es ortodoxa y le encanta absolutamente la ambición.
Si realmente le apetece jugar y no es tema que emprenda para quedar bien conmigo, entonces me ofrece su tenaz y habilidosa resistencia. Porque, mi madre,   quiere      ganar   siempre y hasta como sea. Es rápida, domina la técnica, y es voraz. Si pierde, te mira con una cierta desconfianza. Con pena e incredulidad ...
El parchís que juega mi madre, es cerebral. Cuando finge que le gusta sin gustarle, se dedica única y exclusivamente a tomarte el pelo. Comienza a jadear compulsivamente, se aburre, protesta una y otra vez, y cuando le llamas la atención y le inquieres acerca de su falta de interés hacia la gimnasia neuronal y conveniente, entonces ella te mira y está a punto de reírse de tí. Casi que se descojona ...
Otra cosa es, cuando juega al parchís a gusto y motivada. Entonces, empieza con su gran gama de golpes emocionales y de habilidad técnica. Se dedica más a mirar tus movimientos, que a saber lo que ella misma hace. Mas no es esto del todo cierto. Porque en esos momentos de juego vivo en su cabeza, mi madre es capaz de compaginar su juego estratégico con   el intento de marcarte estrechamente, con la clara intención de molestar tus movimientos para que no se la gane. No tolera fácilmente sus derrotas. Si la ganas, puedes arrepentirte  de  haberlo hecho.
Mi madre comienza a hacer como que no se entera. Todo, mentira. Cuenta de más    si  te  descuidas, te hace trampas contínuamente, está en todo, no tolera que seas tú quien controle sus movimientos en el tablero, y decide que allí como en tantas y tantas cosas, solo va   a  mandar y manda élla ...
Me sorprende ver su travesura fresca e inconsciente, su saber estar, el cómo te busca los puntos flacos, cómo te contraataca cuando la pillas en una arana y te dice que te fijes bien porque las cosas no son así, y porque ella nunca haría lo que es más que evidente que hace. Mi madre, es una mezcla potente de inconsciencia y ambición.
Finalmente, y dependiendo del día, te das cuenta de que está ganando, y que suele tener mucha suerte con el movimiento favorable del dado fuera del cubilete. Sí. Ella va a la suya. Es su peculiar forma de concentrarse en lo que está haciendo. Sabe más de trucos que los italianos y su catenaccio, pero su juego es alegre, estratégico e imperial ...
Cuando la veo cómo juega, me doy cuenta de lo compleja y brillante que es a un tiempo. Cuando percibo que se ha llevado el gato al agua y me ha ganado, entonces la miro levemente y la comprendo mejor. Le molesto y le molesta todo, hubiese querido una vida sin oponentes ni rivales, y por encima de todas las cosas está siempre a la defensiva y al victimismo. Jugar con ella al parchís, es una excelente propuesta para entender que pudo en su vida ser más feliz de lo que fue.
-BESITOS-

2 comentarios:

¡¡¡¡¡Andaaaaa¡¡¡¡ tu madre juega como yo.. como pueda cuento de mas y hago otras trampas... es lo divertido del parchís..mis hijos se enfadaban y a veces les tenía que dejar ganar .. pero me encantaba hacerles trampas...ahora ya no jugamos..quien sabe.. algún día cuando sea mas viejita querran jugar y seguro seguiré haciéndoles trampas..solo que se darán cuenta y me dejarán ganar.. aunque así no tendrá gracia.
Besines a esa hermosura de madre que tienes..
Dulce

Emocionante descripción de la ternura, cuando te ves reflejada en mi cotidianeidad, encanto Dulce. Has vibrado entre tu familia y la familia de mi madre, y eso me llena de verdadera satisfacción, AMIGA!
Qué palabra más bella la de Amiga!
Besotes y elef neshicot, estimada Dulce!

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