miércoles, 10 de octubre de 2012

- JOSÉ MARÍA CALLEJA -



Claro y contundente, el periodista leonés José Mari Calleja, es un habitual en las tertulias radiofónicas y televisivas que tratan los temas de actualidad.
Es un torrente de palabras, irónico, firme, y sin concesiones a la hora de desmenuzar los temas que se proponen.
Ahora, se le nota más relajado. Este periodista de raza, admirado, odiado, y que a nadie deja indiferente, hace años que lo pasó realmente muy mal. Sí. La ETA le amenazó de muerte, y los escoltas que siempre debían ir con él, le restaban esa libertad necesaria de aire libre y propio.
Recuerdo cómo se crispaba de modo evidente cuando, aparecía el peliagudo tema de   la  violencia en Euzkadi. José María Calleja, con su pelo ensortijado, no     podía     evitar    la  frustración lógica y humana, y un carraspeo previo a sus análisis le confería dolor y drama a su posición de periodista. Hombre comprometido y valiente, guerrero, irreductible y peleón. Aquellas tertulias con el maestro Luís del Olmo, retrotraen a un tiempo durísimo para Calleja. Se asfixiaba ante tanta adversidad y dolor. Mucho dolor.
Me alegro de verle de nuevo sosegado. Es uno de los mejores periodistas españoles, con un estilo rápido, incisivo, conciso y definitivo. Sus frases están llenas de la claridad     de  su convicción.
Ahora Calleja ha vuelto a su ironía, y vuelve a sonreír. Como inteligente que es, encuentra en dicha ironía la forma de distancia del caldo político. El buen periodista, debe saber establecer dichas distancias. Es básico.
José Mari Calleja, no olvida que las cosas no tienen la perfección. Que unos y otros están sujetos a error, y se mete bien en la forma de ser de nosotros los españoles evitando que su entrevistado se enrrolle excesivamente, para de este modo hacer asertos demasiado huecos o vacuos.
Sí. Calleja pega duro, pero no se ceba, y acaba esbozando la sonrisa    astuta   del     buen  "journaliste". Es actual y hace poco le escuchaba hablar de las realidades nacionalistas   o separatistas vascas y catalanas, sin renunciar a la idea final y propia de que todos somos españoles y tal.
Ya puede no crisparse, y su estilo de fibra nerviosa es capaz de ver el esbozo de un nuevo tiempo de paz en la vasca tierra y en el sueño de la pacificación. Se da cuenta de que vienen tiempos muy duros, pero que es posible que las bombas y los atentados      formen      ya   afortunadamente parte de la letal historia de este país.
José Mari Calleja es de izquierda moderada, pero golpea duro a Rubalcaba, Felipe, Aznar, o Rajoy. Caiga quien caiga, y a quien haga falta. Ahora, ya no combate tanto contra la realidad de lo que sucede, y su apasionamiento y vehemencia se vuelcan sobre las personas   de  radicales opiniones. Pone en solfa a unos y a otros, siempre que se pongan extremistas y decisivos.
Ha ganado en rigor desde su mesura, se ha centrado su posición, y ha dejado paulatinamente los dramas. Ahora, Calleja, ya opina con el mismo torrente de palabras claras y rotundas, sigue hablando por los codos, pero ya frena bien cuando le dan el paso a los otros.
Se ha dado cuenta de que el discurso, -aún teniéndose poderosas razones-, pierde acierto cuando uno no sabe neutralizar las tensiones y emocionalidades. Ahora, su brusquedad o discurso directo tiene otro tono y otro horizonte. Y éso, le hace ganar puntería y rigor en mi opinión. Y cuando acaba el fragor de la picuda polémica, guarda silencio    y     a     seguir  informando y laborando.
-COMME IL FAUT-

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