lunes, 18 de marzo de 2013

- SOLEDAD -



Soledad dura, agradecida y crecedora. Soledad responsable y militar, tiempo prioritario para dar todo mi afecto de mí a la mujer que más quiero querer.
Bendita y pizpireta soledad, singular y coqueta, vicisitud aisladora en tiempo real. Silencio y dedicación, solidaridad y paciencia elevada a la necesaria potencia. Compasión y suavidad, distancia prudente y defensiva, y todo el contraoxígeno que me va a permitir respirar nuevamente mañana.
Mañana será soledad. Pero una soledad dedicada, abnegada, renunciada y viva. Y conviviré con un tiempo de entrenamiento y agradecido de sinsabor, y que me llevará a la claridad del futuro despejado de mi vida.
Isla desierta en medio de la gran ciudad, nervios de acero cuidando una viejita que no sabe lo que hace, enfermero y militar, soldado y poeta, amante de matices y sensibilidades,  y   admirador de otros que también saben sufrir el fondo como hago yo. Durezas compartidas.
Tiempo de espera y nada de efectos especiales. Tiempo de buenas películas en blanco y negro, sin música y con humanos y tremendos diálogos quizás seguramente incomprendidos. Soledad a mares en un terreno fértil, ingenioso y constante. Desierto de amor, vida y lógica. Ley de vida, y campanas que a veces tañen preocupando el atardecer. Cenicienta no se va triste a la cama a las doce y media en medio de la gran fiesta. No. Solo ha hecho una labor, y su cuerpo está más que interiormente satisfecho y extenuado de conciencia limpia.
Soledad y anhelos románticos, nostalgia de otro ángulo y de otro paradigma, visualización del habla serena de una chica maravillosa que dice que sí. Sueños y sombras,      deseos    y  autenticidades, coyunturas y temporalidades, luces y dolor, carcajadas y desdramatizaciones, el recuerdo de mi padre para que me eche una mano y me dé un beso. Su ausencia y mi respeto a quien hizo nobleza en su universo.
Hoy, ayer, anteayer, pasado mañana, astrólogo, incertidumbre, devenir, cuando sea, las séis menos cuarto o las diez y media. Todo tiene su ritmo y su tiempo, su aceleración  y   su   quietud, su momento y su precipitación, su tele y su radio, su macho y su hembra, su norte y su suroeste, frío y calor, magia y atropello. Tú, y yo, y tod@s. Futuro en común, social, libre, inevitable, y hasta con las piedras en el camino que le quieras poner.
En última instancia toda la soledad depende de tí, de tu actitud, de tu modo de ver y vivir el universo estrellado. Porque antes incluso de la primera estrella viva, había aparentemente soledad. Mas de la soledad partió el cosmos, y más tarde la configuración de lo ordenado. A prisas, a tiempos, a condiciones, a etapas y evolutivamente se hizo vida. Sí. La gran soledad se llenó de una convencida carcajada de vida.
Mi soledad, mis nostalgias, mi obligación que todo lo entretiene y le da lógica y sentido, acento y ritmo, personalidad propia y toda la ilusión del mundo. Soledad ilusionada que se parte como cristales que dan a la luz y a mi espacio. Y a mí ...
El tenaz empeño espera la primavera venidera de lo remediable, de las maravillosas plantas en flor, de los encuentros sociales y de las comprensiones, de la valoración que yo me doy a mí mismo cuando paso por la tienda abierta del desencuentro. Valentía y soledad unidas en pos de una maravillosa aventura que va a llamarse ilusión y continuidad.
Soledad de bondadoso y fraile, de voluntario en las misiones, de coherente    en  los  retos  personales, y de número uno en la perspectiva de la sacra responsabilidad. Humanismo y deseo de ayudar, de complacer, de entender, de perdonar, de apadrinar, de llorarme para adentro y de sonreír hacia afuera, soledad de acompañar y de dar presencia y hasta encanto, soledad necesaria y amorosa. Beso filial, y caricia que contempla enamorada la sonrisa de una niña ya muy mayor.
Etapa de apuesta necesaria, empujón de amor y de afecto, calcio para los huesos por hacerse, vitaminas para la progresiva convicción, ascenso imparable hacia mí, noche propia que se romperá cuando brille nuevamente el alba convencida, y cuando las plantas de mi balcón propio sigan decorando como periódicamente mi color y mi saludo matutino. Besos altaneros y retadores a esa soledad hasta maravillosa e ineludible.
-SIEMPRE, BESOS-

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