jueves, 22 de diciembre de 2016

- ENTRE LA NAVIDAD -



Luces, bombillas nuevas, tradición que acapara todo el clima del contacto y de la actitud. Estación Navidad. Compras y cenas, comidas y presentes. Y una señora sugestiva alzando su copa y cristalizando en brindis su confesión de agrado a un amigo. Placer y libertad.
Comercios y mercadillos, belenes, abetos, tacones largos y el Niño Jesús. Cenefas, brillos, motivos, estrellas, alfombras rojas, gambones, turrones y todo el abecedario y la enciclopedia de la gastronomía que negocia agazapada entre el calor de las familias que van bien.
La nieve como icono sajón. Como la estrella de la esperanza. Y los protagonistas vistosos y vitales, son los niños que juegan con frenesí a que no tienen cole, a que esa sorpresa conocida que poseen entre las manos ya es solo propia, y todo es inocencia, presencia, ternura, libertad infante, maquillaje, colorido, circo, fiesta y atención. Los niños, los reyes magos ...
Corte Inglés, Armani, capricho, bombón, nueva cazadora, maratón televisivo solidario, Eau de Rochas, publicidad, consumismo magno, campañas masivas de negocio, buenismo, vista gorda, empleos JOB, marisco, reencuentros, gambas, cordero lechal, pavo, exceso calórico y desinhibición del vino, cava o champagne. Los médicos parecen menos severos y la salud frívola y en anarquía.
Vacaciones, desconectar, formalidad, obligaciones de afecto, elección de los detalles, la marcha del villancico español, Radetzky, Nuit de Noël, niños del África, las princesas, los dibujos de animación, el cine familiar, los gorros rojos y verdes, globos y peluquería, esteticiennes y belleza, cortes de pelo y afeitados varoniles, impecabilidad y uniformidad. Todo lo esperado en el poder de este tiempo.
El mundo conocido se paraliza en una actitud reverente y más amable de lo habitual. El mendigo excluído sabe que es su miniagosto, y quien lo pasa demasiado mal siente que le caen unas migajas de pena esperadas. Campeonato del mundo de cosas prevsibles y típicas que van a pasar.
La Navidad tiene Poder. La Navidad es un tránsito colectivo obligado que nos lleva a soñar en un mundo suave y acolchado, esperanzador, calentito y entretenido. La Misa del Gallo es la coartada para fingir el amor a un Niño acogedor que a salvarnos viene. No estamos solos entre nosotros aunque pueda parecerlo.
La actitud general es de escepticismo a lo novedoso o evasivo. Hay que ser Navidad y estar en Navidad, y descorchar un ruído de tapón a toda mecha de Freixenet como un dron sin control pero con risas abiertas. En realidad hay tantas navidades como seres humanos. Vivencias unipersonales.
Hay navidades tristísimas en las que lloramos rozando la depre a aquellos seres a los que tanto quisimos y que ya no estarán en esa puta silla vacía y nostálgica. Es como si la vida se parase a la queja en nuestro dolor, y diese paso a una tremenda catarsis de soledad individual. Sal al parque y camina aunque nieve.
La euforia en la mejilla roja de la cena opípara invita a la verborrea y a decir lo que se nos antoje. El ágape en progresión propicia sincerará encuentros arriesgados, insólitos y casi necesarios. 
En los hospitales no esperan al Año Nuevo y a los niveles etílicos porque son realistas y científicos. Tienen preparados todos los métodos antiempacho,y pioneros auxilios que eviten las últimas cenas sin esperanza.
Y placer en otra Navidad. Y lujo, y supervajillas, y exquisiteces, y alardes que los ricos se pueden permitir. Sexo a espuertas, libertad de husos horarios, y costumbres que huyen despavoridas del estrés de la no Navidad.
Lencería inevitable, guiris de ojos maravillosos, rímmel en la Gran Superficie, minifaldas a distribuír, rojo interior con ligas esotéricas y de carne, maduras y en extremo atrayentes.
Al otro lado de tu femineidad hay café, más café, pausa, infusiones, té rojo de las cinco y de las séis de la mañana, el apagado de relojes, suavidad de luces, y tus manos de porcelana eterna que producen todo el deseo bendecido. Porque la Estación Navidad es como es y como se desarrolla cada vez que el invierno coincide en la boca en beso del fin del Año Viejo.
- BON NADAL/ MERRY CHRISTMAS -

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