jueves, 29 de septiembre de 2016

- GLORIA -



Con carnes y orgullo imbatible, voz melosa y calculadamente impostada, seductora, eternamente hermosa, y con idea de pasar siempre sobre los apuros económicos. El mundo puede ser un vivo dinero.
Vivida y separada, jamás olvida a su ex. Ni siquiera cuando por fin rompe tímidamente y parece marchar hacia otras relaciones, las cuales nunca terminan bien. Nunca así concluyen.
Flirtea Gloria apurando los últimos años que le quedan para seducir con convicción, y tras sonreírte te lo dice todo claro. Es mujer, no le gusta que la aprieten, tiene su mundo hecho, sus hijos veinteañeros son su única prioridad, y no puede evitar irse de compras casi compulsivamente para huír de su tedio.
Gloria es vivida,sebosa, no se cuida lo suficiente, juguetea como una barbie de acero al azar, al día a día, a ser práctica, a no complicarse la vida, a quedarse como está y a jugar a la fantasía. La aterra ser pobre. Necesita posar socialmente con sensación de holgura, y aunque confiesa que a ella le van los sesentones cual su edad, si en su camino se cruza un yogurín entonces no huye corriendo pudorosa, sino que le aguanta la sonrisa y hasta el calentón cibernético de una interminable noche de Skype y fantasía.
Gloria, compite. Siempre compite. Desde sus orígenes en la inmigración, que la llevaron por las ciudades camino de todas las posibles oportunidades. Gloria ama el sofá y que la lleven, y que le propongan cosas, y que la tengan en cuenta porque quiere seguir existiendo  siempre para todo y para tod@s.
Es una mujer dura y audaz, sabe utilizar un lenguaje suave y dulzón, pero si decides ser claro con ella y andar sin ambages, entonces en el ring puede ser una leona imposible de los pesos pesados. Y te mostrará su potente realidad.
Gloria está bien relacionada como no podía ser de otra manera. Sabe seducir a los que se dejan, y dictar potente sentencia contra quienes le hurgan demasiado en sus condiciones interiores y la escupen gandula y hasta mantenida.
Porque es evidente que con dinero no hay política, no hay crisis, y se estiran mucho más sedadamente sus curvas piernas sobre el obediente e iterado sofá.
Ser amigo de Gloria, no es fácil. Cuando su marido la dejó y todo se terminó, ella decidió que nunca más abriría del todo su corazón salvo que la tratasen como a una consentida princesa. Lo afirma sin rubor a sus confidentes de cabecera. Se sabe una princesa clásica y debe ser mimada, consentida, aceptada, y además plenamente. Una duda con ella se llama adiós para siempre.
No lo dice y casi no lo piensa, pero el futuro y sus arrugas le dan pavor. Porque Gloria asocia la senectud a la falta de libertad económica y personal.
Gloria es de otro tiempo, pero no le pierde la vista al tiempo que pisa. Conoce el hoy, no le preocupa demasiado porque es su manantial vital, y cuando llega el verano no la cites hasta las ocho de la tarde porque de debajo del aire acondicionado no ha de moverse. Pero si ha de viajar con sus amigas con las que también compite, raramente te confiará que ya tiene los billetes para Milán, París o quizás Praga.
Sus pies,- maquilladas las uñas de rojo-, no han de dolerle,y el senderismo y el sudor quedaron dormidos allá en su adolescencia casi ya irreconocible. Serán solo viajes de confort, de tiendas, de piscina y placer, de petit comité, de que nadie se entere, de fechas estratégicas, y de más tiendas de marca en la ropa.
A Gloria le atrae la gente bien vestida que significa ropa cara. Y ama su aventura particular y hasta enigmática. Sonríela y nunca le bajes la guardia. Puede atizarte desde su mundo experienciado y siempre insatisfecho.
-TIENE MANÍAS-

sábado, 24 de septiembre de 2016

- MARTA NEBOT -



Camina a buen paso. Al adecuado paso que erige a la mujer actual. Marta Nebot es actriz y periodista, dos campos para la proyección y la comunicación.
No ha perdido ni pierde el tiempo. Es práctica, y desde ella se adivina ese camino de seguridad que acomete hoy en día la mujer libre. Necesita su impulso y su agresividad para cuestionar los tabúes de la cotidianiedad política. El pulso del tiempo. Se mete ahí adentro de los meollos y de la tensión, y logra salir airosa. Marta Nebot demuestra que se puede salir airosa.
Ya no es una jovencita ni una mujer madura. Anda sobre los cuarenta y muy pocos años y sabe de la eficacia de sus armas de mujer. Está dentro de ese terreno machista que es el poder y en donde los hombres son mayoría y variopintos, pero no se arredra. Tiene decisión y es aguda.
Los ojos de la Nebot están curtidos y pueden teatralizar y seducir. Gesticula y domina las contenciones en las muecas y gestualidades. Su mirada impone y es aguda, pisa los charcos que pican pero sabe cómo es el mundo de los charcos. Se sabe fuerte.
Tiene pómulos prominentes y aspecto caballuno y fortachón. Es atractiva y hasta cañona, y sabe cuándo quiere y debe cambiar los registros adaptados al momento. Es una actriz coqueta que ha estudiado periodismo y que se toma muy a pecho dicha substancia periodística.
Viendo a Marta te das cuenta la sociología española femenina y cómo y qué necesario ha sido que para la mujer las cosas se movieran. Ha luchado para hacerse el hueco, y ha sido lista y estratega. Es evidente que le gusta el olor de las alturas, pero eso les pasa humanamente a muchos. La comedia y el periodismo rápido, son reflejos y poder. Ella es mujer que no va a acomplejarse ante los kilos de los varones y ante las marañas semánticas. Se va al campo de batalla, frunce su ceño, reconoce su impulsividad y frena, y luego sigue insistiendo. Con embates persistentes pueden variarse realidades aparentemente inmutables.
En Marta Nebot veo a muchas chicas españolas que se independizaron y volaron solas, y se fueron a la Facultad, y quisieron saber, y sintieron curiosidad por lo que puede haber más allá de lo esperable, y entonces conoció las calles de la vida y no vio tantos osbstáculos o impedimentos. Porque el sudor rompe puertas y es eficaz.
Sabe obececer Marta manteniendo clara su posición personal. Es de izquierdas, y a veces duda entre la izquierda oficial política y los chicos nuevos de la izquierda de la esperanza que son Podemos. Pero es severa y no regala nada. Si lanza un elogio, será por algo.
La vida femenina que hoy decide romper moldes, cuenta con muchos detractores pero también con aplausos valientes. Marta conoce sus límites pero le da a la vida. Consume la juventud de su vida y marcha por ese sendero necesario que le otorga su libertad de mujer.
Cada mañana, en Tele Cinco, la veterana Ana Rosa la hace venir al plató como irrumpiendo a buen paso marcado. Y la Nebot cumple esa función de quien llega, lanza sus ideas claras y punzantes comediándolas si cabe, y se nota su fuerte vitalidad. Es vigorosa y clara, con poco ambage y mucho de vertiginosa renovación. Como el tiempo eléctrico que pisa.
-MUJER DE HOY-

lunes, 19 de septiembre de 2016

- EL HORNO -



Siento un desagrado extraño cuando veo la persiana de metal absolutamente bajada. La del horno. La de mi horno de toda la vida que me vio crecer. Porque ya es Septiembre, y esa persiana debería ser y estar ya levantada y vital. Vida. Vida, y ...
Lo sospechaba. Mi horno era una familia. Un modesto horno artesanal y entrañable. Una familia que allí trabajaba, que eran los dueños de ahí, que con su ternura activa sorprendían a los modernos de pacotilla que hoy turistean y malpueblan mi barriada olvidada hacia la especulación y el olvido. Me extrañaba que no me abrieran,¡coño! ¡Oh, mi calle Borrull de Valencia lo que fue!¡La calle de las tiendas y de los pequeños comercios!, ¡qué nos ha pasado! ...
El señor Salvador era el motor del horno. De madrugada se ponía a trabajar para que a primera hora estuviesen los panes. Los panes de sus clientes habituales. Como mi abuela, o mi madre, o ahora yo mismo. Nos guardaban para nosotros las barras del pan.
El señor Salvador tenía a su mujer María Jesús como mano derecha. Él, valencianohablante, se había casado con una mujer manchega y con ese encanto dulce, suave, y atento de las gentes sencillas. La señora María Jesús mimaba a sus clientes y a quienes no lo eran. El horno era barato, y por eso lamaba la atención a quien no conocía a esa familia, tanta atención y bien hacer. Y una de las cosas que más sorprendía era el mimo como filosofía de elaboración que nos hacía golosos a tod@s. ¡Ojo a aquellos pasteles de calabaza, o a las más que sabrosas magdalenas que yo les compraba! ¡Caprice de dieux, creédme! Elaborado todo con una sabiduría y eficacia de implicación. Horno vocacional, en el que sus componentes amaban lo que hacían, y el horno no era nunca un modus recurrente menor.
Ser hornero es muy duro. Y ser un hornero familiar, todavía más. Y un día el señor Salvador empezó a tener problemas de obesidad, corazón y artrosis, y poco a poco lo fue dejando. No podía más.
Pero su mujer seguía ahí en la brecha y suplía muy bien las ausencias. Demasiado bien. Y el horno continuaba teniendo el encanto y la eficacia habituales.
Me sorprendió ver cómo la señora María Jesús empezaba a no estar en el horno. Eso no era normal. Se puso muy delicada de salud y se amontonó la faena.
Una de sus hijas, se afanó hasta la extenuación y conservó bien el horno, compaginándolo con sus maternidades y con su familia de auxilio y arrope. En los últimos tiempos, notaba a la chica estresada y como preocupada.
Ahora ya sé que el horno familiar, ha muerto. Poco a poco nos lo irán comunicando en breve a todos los clientes de toda la vida como yo mismo.
Se certifica el final temido. Una baja más de ese pequeño comercio tan injustamente valorado y tratado por tod@s. Parece que la causa final tiene que ver con las licencias renovadas y las máquinas nuevas a incorporar y que hacían triste y desaconsejablemente la continuidad. No hay pelas para nuevas máquinas o nuevas inversiones. El mundo es otro, inabordable, castigado por los peces grandes que devoran a los chicos, y la realidad vence al deseo imposible.
Mi barriada es el olvido. El horno del señor Salvador y de la señora María Jesús, ya es historia. Desaparece. Como esa irremediabilidad fatal que se impone.
Pero nunca,en mi disco duro personal. Siempre estarán aquellos recuerdos y aromas personales y míos que tenían lugar cuando yo entraba en esa entrañable planta baja. Desaparece aparentemente lo que nunca cederá, que es mi ternura y mi eterno agradecimento. Les quise y les quiero mucho.
-YO TAMBIÉN SOY UN POCO EL HORNO-

lunes, 12 de septiembre de 2016

- TODAVÍA -



Naturalmente que sí. Por si alguien podía tener alguna duda. Yo sigo caminando por mí mismo y en busca de mí. No es una heroicidad a la edad que tengo el retornar a mí mismo, sino una básica necesidad.
Sí. Sigo probándome los trajes de la vida; de esa misma vida que no pude tener ni vivenciar. Sigo marchando ahora desde mí mismo a pesar de todas las sorpresas y adversidades. No me quedo en la casa de la derrota, y visito muchas ópticas. Muchos enfoques nuevos aparecen en mi modo de reflexión.
Lo que me pasa no es tristeza, sino nostalgia. Porque ese esfuerzo propio que hago todos mis días se refugia a veces en un tiempo que ya no existe y que jamás existió. Se rompen unas gafas, pero el camino de la vida ha de seguir imparable. Es cuestión de graduarme con fe mi mayor horizonte de esperanza. De ver mejor y más agudamente lo que lo cotidiano e inevitable me ha de proponer. Da igual el pasado. Y si el pasado me lleva a lastres duros de sobrellevar, entonces me aferro con uñas y sonrisa al presente de indicativo de mi vida actual. Asumo lo nuevo que va llegando, con cautela y tratando de aprender de los errores de antaño. No me es nada fácil no caerme en el desánimo o en el victimismo,-que no sé qué es peor-, y cual fondista inteligente me rehago pronto y no rehuyo mis responsabilidades.
Mi mundo tiende ya a no ser inventado, sino demostrado y auténtico. Desde esa vital perspectiva veo acercarse al otoño inevitable que cierra un verano caluroso y exigente.
Yo soy mis cuatro estaciones. Sin muletas ni referencias erróneas. Toca mirar lo que hay e intentar lo máximo posible en mis decisiones. Y no puedo negar que todo este trayecto agota a veces hasta la extenuación, pero es mi gran precio que pago por ser el único dueño de mi vida y de mi libertad.
Ahora no es mejor el no pensar demasiado y el ir partido a partido con los menos agobios posibles. He conocido a gente nueva, y el que sigan cerca dependerá siempre de mis reacciones y de mis actitudes y respuestas.
A veces me asalta el descorazonamiento y me veo perdiendo la batalla justa de mi ilusión. Pero solo es el cansancio momentáneo y coyuntural. Porque voy aprendiendo cada día, y equivocándome con paciencia y no lanzándome más latigazos sobre mí cuando yerro. Soy comprensivo conmigo hasta cierto punto. Debo exigirme continuidad y fuerza para ganar con seguridad mi orden propio.
Porque en mi vida todavía anidan los rescoldos de los errores de antaño. Todavía los tengo revoloteando. Pero poseo una poderosa convicción de fondo. Voy a ordenar todo esto. Voy a estructurar y organizarme el caos de proyectos que tengo por delante y que me ilusionan a la par que preocupan. Mas es la preocupación lógica de esa incertidumbre de quien no pudo vivir plenamente la libertad.
En los momentos más complicados en donde se me cruzan sentimientos y emociones, siento que todo esto no es más que una escuela formativa. Todo es crecer, y seguir aprendiendo, y tomar decisiones y responsabilidades, y esperar a que los nubarrones negativos den paso a mi sol del sosiego. Ese y no otro ha de ser mi gran objetivo vital. Ser yo de ahora, de ahora en adelante, de presente para futuro, de habituarme a lo nuevo y necesario, de otro acento y consideración, y de nueva lógica y óptica.
Si lo voy a conseguir plenamente podrá decirlo el tiempo y su transcurrir, que esto es difícil es más que lógico y evidente, y que no me voy a rendir lo tengo más claro que que tengo derecho a lograr encontrar nuevos caminos para encontrarme más que mucho mejor.
-Y UN ABRAZO A MIS LECTORES-

domingo, 4 de septiembre de 2016

- ALBERTO CONTADOR, IRREDUCTIBLE Y OFENSIVO -



En su modo de balancearse sobre su magna bicicleta, subiendo y bajando del sillín cual bailarín que juega al espectáculo y a destacar, ya se intuye a un deportista especial, único e irrepetible. Es un movimiento personal que le nace de adentro, y que le convierte en el ciclista más espectacular que se puede ver por las carreteras de este duro deporte.
Alberto Contador no quiere perder. Le toca mucho las narices tener que ver cómo pasa el tiempo y cómo su explosividad montañera ha perdido dinamita y que le falla la visa para su olimpo irrepetible.
No. Alberto ha ganado absolutamente todo, pero eso no le quita sed a su ambición. Pone la sonrisa más bella de su deporte ante las cámaras y reconoce que solo está realmente satisfecho cuando las cosas le van de cara, que es casi siempre. Y cuando la ley de vida del paso del tiempo tiende a acecharle, entonces el de Pinto se inventa un manotazo y aparta al tiempo.
Es un corredor apasionado, de los de antes, de los que el día que tenga que dejarlo llorará mucho, valiente y fuerte como un jabato ibérico y eterno, y con un amor por un deporte televisivo pero menor que llama mucho la atención.
Español y racial, detesta las órdenes desde un pinganillo, y le agrada la selva de las sorpresas cuando todo se embosca, y entonces las montañas le adoran y protegen toda su épica y pasión. Si por él fuera, el ciclismo sería todo más individual y personal, y los adelantos tecnológicos una filfa capaz de convertir al ciclista en un robot asustado y de salón. Y eso no le gusta a Alberto ni a los que realmente nos hemos aficionado al deporte de estos maravillosos masocas que siempre nos hacen soñar en la sorpresa y en la capacidad de que todo se mueva por el mero azar y esfuerzo ambicioso de quienes se suben a una bicicleta a hacer burradas de kilómetros sin fin para ganar modestos sueldos. Jornaleros admirables.
Contador, firme y nuevamente apasionado y ganador, lo ha vuelto a hacer. La ha vuelto a liar. Ya lo ha hecho más veces eso de saltarse el guión. Es capaz de atacar muy de lejos cuando huele que se va a caer de su olimpo ilusionado. Caída, maldita palabra tabú ...
Se atreve. Contador, se atreve. Y se atreve porque es feliz bailando hasta su muerte deportiva en su burra especial. Es el color eterno del campeón que se resiste. Que nunca aceptará así como así su declive, y que el que tenga que ganarle deberá sudar. ¡Enorme deportista!
La Vuelta a España siempre es suya. Es él. Estoy seguro de que el trofeo de ganadores de nuestras semanas grandes por etapas, Alberto Contador lo valora todavía más que el del Tour y Giro. Convencido.
A pesar de sus caídas, toco madera, clembuteroles, juicios y desgracias, Alberto Contador jamás se rinde. No sería él. Sigue, marcha, se recupera en plena prueba, dice lo que siente, hay mucha sinceridad en lo que expresa, y no conoce el miedo sino el entusiasmo.
Atacó desde la salida hacia la estación de esquí de Formigal, le dió un susto a Froome, combatió con Quintana, y no parará hasta que suba con sus huesos nuevamente al podio final de Madrid. Porque para él quedar lejos es una derrota demasiado injusta y dolorosa.
Espero que pronto algún chaval español tome su relevo, porque de lo contrario las tardes de ciclismo se nos quedarán en una eterna promesa y mientras tanto solo podremos aplaudir la generalidad del fantástico trepador andino Nairo, o la fortaleza descomunal desgarbada y casi cibernética del flaco británico Froome.
Mientras tanto, habrá tedio y previsibilidad. Tras la exhibición de Contador camino de Formigal, hago votos para que el madrileño se retire lo más tarde posible. Porque verle correr es como ir al campo y respirar el feliz y necesario oxígeno del ciclismo de la emoción.
¡OLÉ, CONTADOR!


sábado, 3 de septiembre de 2016

- ROSA DESESPERADA -



Rosa siempre tendrá dificultades. Siempre me sorprendió y nunca la entendí. Vive entre la marginalidad y la supervivencia, y no es mujer que haya tenido a la suerte por aliada.
La conocí porque un vecino me lo sugirió. Y como hace la limpieza general de la escalera, yo le propuse a Rosa que adecentase mi casa durante los cinco años que cuidé a mi madre senecta y ella aceptó. A cambio, le di cantidades que tenían más que ver con mi voluntad que con los precios del mercado.
Rosa, me ayudó. Poco a poco se dio cuenta de mi situación real, se apiadó de mí y no se limitó a mantener mi casa decente sino que me propuso las mejoras y trucos básicos para que yo no pasara un frío de espanto en invierno o un calor excesivo durante la eterna y valenciana estación estival.
Rosa siempre gritó, y no tiene pedagogía para divulgarse, viene de una familia muy rota, y ha ido trampeándolo todo con su experiencia vital y con su laboriosidad del día a día. A pesar de sus dificultades psquiátricas, estuvo a punto de ser abogada de joven. Pero bueno, se casó, se juntó, de descasó, se separó, tiene mil  hermanos y conocía por su labor a gente suficiente para no sucumbir. No es mujer de lamentos sino de cosas concretas.
Mi "tía rara" Rosa, comenzó a serme entrañable a pesar de que discrepábamos muchas veces, discutíamos, y no nos dejábamos hablar el uno a la otra. Pero Rosa estaba todas las semanas en mi casa trabajando, y se iba dando cuenta del porqué de mis enfados y contrariedades. Percibió a su manera pero evidentemente, mi dolor.
Hace poco que tiene cáncer. No hacía caso a nadie y nada contaba. No quería hacer llorar a su hija que adora y a su nietecita a la que  idolatra y que la llama "ayaya" ...
A mí sí que me dijo que tenía cáncer, porque me quiere y en mí confía. Y yo quedé maravillado ante su entereza. Porque con cáncer y todo, se venía del Hospital a trabajar muy cansada porque desea y tiene derecho a llegar a fin de mes.
Llora. Rosa está muy rota ahora. Un día perdió su teléfono y con él a todos sus contactos de las distintas casas donde limpiaba. Y se metió en un lío de desesperación, porque una toxicómana la engañó con la idea de que cuidara a sus padres y luego no la pagó lo acordado y la dejó tirada. Su familia también va trampeando como buenamente pueden y apenas la pueden ayudar. Su hija, a duras penas puede llegar a fin de mes con el trabajo que tiene y ha de cuidar a sus vástagos, a los cuales Rosa adora siempre.
Sí. Rosa, llora. Me confiesa que estando cuidando hace nada a la pareja de ancianos, el señor le hizo sin querer una herida y le contagió el sida. Y los médicos del Hospital no saben por dónde empezar con sus graves males. Rosa, no puede pagarse los medicamentos de psiquiatría y demás, y su estómago escupe casi todos los días la tremenda potencia de los fármacos inevitables.
El otro día le dí unos euros para que se relajara. Lloraba y gritaba, no ve futuro, y a menos que los servicios colapsados sociales se den prisa, llegarán tarde. Porque Rosa pierde la ilusión y su encanto en el día a día al verse en una situación que era probable pero que jamás pudo imaginar que le tocaría de pleno.
Si logra superar el cáncer, estará menos cansada y entonces los fármacos contra el sida la mantendrán viva. Y mientras Rosa esté viva y con la laboriosidad que lleva en sus venas, logrará llegar al final de sus días con dignidad. Cuando veo y palpo su drama, entonces todos mis problemas y dificultades son más humildes y aparecen como algo menor o menos malo. Porque hay infiernos y travesías que hay que pasar y que son colosales demonios. A su lado, tengo más que mucha suerte.
-UN BESO PARA ROSA-