sábado, 30 de septiembre de 2017

- "PLAYBOY", REVISTA PARA ADULTOS. -




La revista Playboy es un fenómeno apasionante. Años 50 en Estados Unidos. Su fundador, Hugh Hefner, y de bien mayor, acaba de morir.
Playboy es diferente. La revista prohibida y hasta prohibitiva. Algo raro y nuevo, excitante; parecido a lo que ahora llamamos icono o impacto de masas, y a pesar de todos los peses.
Había y hay muchas Américas. Muchos Estados Unidos. Mucha gente diferente, diversa, dispar y encontrada. La clave del Playboy está basada en el desnudo exhuberante, en la liberación absoluta del cuerpo de la mujer, en el furtivismo sexual, en el machismo, en el money, en lo pionero y rompedor que epata, en la idea de pecado, y también en la ruptura de muchos corsés antaño moralistas y religiosistas.
Playboy fue la gran tentación. La revista que nunca te dije porque te escandalizarías, las conejitas muchachas de tremendos senos y prietos traserazos con mucha ambición, las sonrisas, las pieles al desnudo integral con un excepcional calidad fotográfica, el glamour, las entrevistas a personajes muy poderosos, la oportunidad de las chicas y de las actrices para triunfar o darse del todo a conocer para la posteridad en el mundo del cine o del espectáculo. O, simplemente, la belleza como seducción excitante para romper y hacer añicos las moralidades al uso.
Playboy nació en Estados Unidos, pero es top en casi todos los países. Y es que en aquellos locos años cincuenta, el mundo evolucionaba y cambiaba a la velocidad del vértigo. Todo se modificaba. Y el escándalo o lo light, alcanzaban una exitosa dimensión.
Aquello no era porno sino tías buenas, una revista muy bien cuidada, y presentada con ínfulas de delicadeza o de prestigio. Abrías tras detenerte bastante en la portada, y te esperaban una sucesión de deseos reprimidos colmados.
El Playboy sería de guarros o de libertinos, pero tenía una fuerza de desarrollo y un éxito imparable. Hasta que finalmente dejó de dar miedo y cobró prestigio. El Playboy era ya una referencia, algo aceptado, caro de comprar, prestigioso, y carente ya de balas de peligro inminente.
Décadas lleva aguantando y aguanta un formato de publicación que se adelantó a su tiempo, o que sencillamente corrió a su ritmo. Al ritmo de ese tiempo en donde la mujer cambiaba y empezaba a mostrar toda su piel.
Esa belleza casi de caricatura, mujeres explosivas y bellísimas, cochazos, lujo, esa idea del conejito de seña de identidad, de complemento y casi de logo que causaba polémicas entre el feminismo e indiferencia ventajerista en el machismo siempre desgraciadamente imperante. Ahí enseñó las bolas Marilyn Monroe, o Barbara Carrera, o todo un torrente de bellezas absolutamente excitantes. El hedonismo y el tiempo que tiende hacia hoy, empezaba a aparecer como un valor en sí mismo y como un modo evidente de poder. Y a su alrededor, un gran márketing tentador: las fiestas, el sexy, la exageración generosa, las chicas, las orgías públicas y privadas del club selecto, pero todo ello con un casi sorprendente sello particular.
Llegó el porno en imágenes, y las revistas explícitas,y el colosal mundo nuevo de internet con esas películas sin fronteras que te puedes bajar sin gastarte un dólar. Y Playboy no se resintió. Sigue siendo hoy en día la revista para adultos más vista de Estados Unidos. Increíble. No muere porque aunque la foto a papel es el atrás, igualmente Playboy es el mundo del 2017. Y además con finura, elegancia y hasta tradición. A veces son mucho más eróticos unos imponentes ligueros que un democratizado y masificado coito sin ambages.
Ahora que murió el astuto jeff y fundador Hefner dejando el mundo millonario del exceso y del placer del éxito, hay que reconocer que más allá de gustos o desagrados Playboy es algo que te llega y te hace dudar o decidir. La carne, el sexo, la señora despampanante, el cuidado de la revista, no dejan a nadie indiferente. Sus años mágicos resisten el desgaste con una frescura que crea el debate.
-COMO TODO LO QUE NO SE ESPERA-

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