sábado, 27 de enero de 2018

- OPORTUNISTA -



Se notaba en persona que su currículum laboral no podía mentir. Había trabajado muchos años en una multinacional. Iba de coqueta y de chica eterna en la presentación de su libro nuevo de poemas orientales. Ya no hará sesenta años, pero es igual.
Es bonita, juvenil, sabe estar como nadie, más que vivida, bien casada, ocurrente, muy cómoda entre sus admiradores y hasta sus pelotas, callada inicialmente; discreto florero que luego mutaría en ciclón definitivo de las pequeñas cosas del Japón y del orientalismo. Sus poesías orientalistas, breves, seguras, penetrantes y musicales.
Confesó que de joven se aburría en su despacho de la multinacional, y pensaba que eso de secretaria eterna estaba empezando a cansarla un poco, y que debía hacer reestructuraciones en su vida.
Se casó, tuvo hijos, y magia, y felicidad. Pero luego tenía que volver al curro y empezaba el tedio. Ella lo enfocó todo hacia el viajar como método personal de evasión. Y ya nunca dejó su vocecilla educada y estratégica, comercialmente literaria, excesiva, audaz con sus afectos dispersos entre muchas ciudades y países, hasta que logró premios y reconocimientos.
Su voz me sorprendía en aquella presentación de libros. Porque citaba mucho a algunos autores consagrados con los que posaba en las fotos que el proyector mostraba al público. Pero yo no veía amor sino apoyos. Para mí, que los citaba para hacerse la grande, la interesante, la destacada, la sí misma, la sorprendente, la diferente, la irrupción por sorpresa en el mundo del éxito, la esponsorización más que la belleza o la potencia de su arte oriental y orientado a fascinar cercanías.
Me fijé en que no miraba demasiado a los que no conocía y que no formábamos parte de su círculo de seguridad habitual. La vi falsa, inconcreta, y a la vez con una tremenda rabia de micrófono.
No me gustó el eterno femenino del timbre de su voz. Me sonó a chasco, a doña perfecta de los frasquitos mágicos, a la oportunista que se pone las botas en un clima vorazmente favorable.
Me pareció que se sentía muy ganadora, muy torera, muy capaz de driblar a los opositores a su proyección, muy a gusto, muy viéndolas venir, muy demasiado marisabidilla que nunca había perdido ese gen y tic que se adquiere en los despachos efectivos de las multinacionales.
Se hacía en corifeo la selecta, la yo no soy para tanto pero estoy triunfando, la yo soy más modesta de lo que me decís casi con arrobo, y yo me sentía desconcertado y hasta defraudado.
Me semejó una creída que busca venganza sutil a su estilo, y que domina los tempos, y que cuando te descuidas te ha vendido el libro actual más tres proyectos en los que está trabajando y ultimando, también. 
Exactamente, éso. Una vendedora entre artistas. Una mujer que se vende de cine, de ganas de que te creas que es muy grande y que su ambición ya no conoce la frontera ni el límite.
Deseo excesivo de ambicionar, fasto hinchado, y una tremenda capacidad de penetración en la psique de los incautos. No sé si fue que le cogí manía o sencillamente que palpé y descubrí su truco.
No. Prefiero la humildad. Y la realidad, y el rubor, y el no hablar tanto de sus amigos potentes y destacados. Le sobraba paraguas y la lluvia era un aguanieve casi imperceptible aunque con marca blanca fría y potente. No fue manía mía, sino lentes para la miopía.
-ASÍ LA VI-

lunes, 22 de enero de 2018

- CARLOS SAINZ, ¡CAMPEÓN DE CAMPEONES! -




Reconozco que esto de los rallyes siempre me ha parecido un refugio de señoritos adinerados, contentos con su status social, y hasta fuera de las auténticas realidades.
Todo deporte no deja de ser una frivolidad hinchada en tiempos de guerras larvadas, y de grandes escapes emocionales.
¿Qué es eso de los rallyes? Parece un tanto frivolón. Unos señores apalabran unos tramos de carreteras difíciles, hacen la organización, invierten unos dineros, y allá que van con sus motores de los locos cacharros a jugarse el pellejo en cada curva u obstáculo. Como el Rallye Dakar, seguramente el más carismático y salvaje que se puede encontrar.
Recuerdo aquellos años ochenta, con José María García en la radio. El "butanito" era todo un fan de alguien que destacaba y ganaba. Se llamaba y se llama Carlos Sainz y es de Madrid.
Carlos Sainz,-que tiene un vástago más que prometedor en el circo de la Formula 1-, es calmo y pausado. Tenía a su lado al gallego Luis Moya, y en una ocasión perdió un campeonato del mundo cuando su coche se quedo clavado a un centenar de metros de la línea de meta con todo a favor para ganar aquel mundial.
España se llenó de chistes y chascarrillos con aquella frase de acento acusado gallego: "¡Carlos, por dios! ¡Arráncalo! ¡Por dios, Carlos!" ...
Pero Carlos Sainz ya llevaba la seriedad en su gen más allá de que fuese un pijo de familia bien. Carlos Sainz era el Angel Nieto de los rallyes. Un español sin apenas referencias que los potentísimos  dakarianos Salvador Servià o Jordi Arcaròns. Poco más. Todo un pionero del asfalto complicado y de un tremendo riesgo.
Carlos Sainz se consagró y calló todas las bocas. Longevo, atractivo, elegante, y sin embargo con un espíritu de aventurero impropio de un tipo de su posición. Le encantaba lo que hacía sobre ruedas, y uno de sus mayores activos era su serenidad ante las adversidades. Y su contumacia. Pasaban los años,y Carlos Sainz seguía y seguía ahí en todo lo alto.
Me ganó. Ha demostrado con creces que es un as español del deporte a nivel mundial. Ni deporte ajeno de señoritos, ni gaitas. Ese deporte loco que hace, es durísimo y hay mucha gente que se ha dejado los huesos y hasta la vida en esos tramos de carreteras y en los desiertos de los circuitos.
Ya todo un veterano. Cincuenta y cinco años, y gana por segunda vez el Dakar. No pueden haber nunca críticas. Ya hace mucho tiempo que se consagró. Los rallyes esos nunca serán mi deporte favorito, pero nada cambia. Porque Carlos Sainz es uno de los mejores deportistas españoles y mundiales de la Historia. Un maestro de la aventura sobre ruedas. Un tipo tranquilo y singular que se ha subido a sus potentes coches y ha logrado unos éxitos extraordinarios.
El mejor. El gran padre carismático de todo este negocio durísimo de sponsors y ventas. Más allá de ese márketing de motores y prototipos, se esconde un espíritu puro de competición y victoria. Más allá de las apariencias iniciales, hay una maravillosa locura necesaria que hace que el tren de los deportes nunca se detenga.
El deporte tiene el lugar que tiene. Aunque suene a redundancia. Y en este marco o sector de los rallyes yo me quito el sombrero ante el gran Carlos Sainz. Son demasiados años jugándose el pellejo ganador como lo hacen los valientes serenos y afortunados. Se retire o no Carlos Sainz, ¡chapeau!
¡ENORME CAMPEÓN!

sábado, 20 de enero de 2018

- PUREZA -



El mar inmenso les mira y les reflexiona. Impera y domina. Gana sobre la playa y sobre su propio líquido acuoso y salado. El mar es un dios que está por encima de todo, y que baila al son de sus olas quietas y serenas.
La arena de la playa apenas tiene pisadas porque está casi vacía. Es invierno aunque no lo parezca, y desde el tiempo del sol se pueden las audacias, libertades, naturalidades y vivencias.
Macías tiene una edad parecida a la de Antonia. No tienen ningún parentesco. Su único vínculo es que acuden dos días a la semana a un curso de teatro que está bien cerca del mar. Antonia vive muy cerca de dicho mar, que es la vida.
Macías va llegando, explorando, acertando y equivocándose, pero se impone retos de crecer y heterodoxias vitales que muchas veces supera con pureza y satisfacción.
Antonia tiene un gusto y una manía que se da poco aquí en el Mediterráneo, y que consiste en que se baña todos los días del año tal y como hacen las gentes en otras latitudes. ¿La razón? La razón es un misterio. La única verdad en la eterna Antonia es que metiéndose un buen rato entre las tranquilas aguas del mar, se relaja.
Antonia está casada y es muy liberal. Confía plenamente en su marido y él en élla. Por eso su matrimonio funciona. Antonia es amable y comprensiva, abierta y mujer, valenciana hasta la médula, gusta de llevar vestidos ceñidos y atrevidos, y al final todo termina en sensatez y dulzura. Ninguna maldad. Como el mar en el infinito.
Macías hacía semanas que dudaba. Es viudo. Quería ver a Antonia entrar en el mar a esas horas propicias para los tímidos y para los atrevidos de la vida. Hasta que el otro día se decidió y dijo a la mujer:
-"Antonia, ¿puedo ver cómo entras en el mar al acabar la clase de teatro?" ...
A lo que Antonia respondió entre resuelta y halagada:
- "¡Ah,claro, Macías! ¡Luego vamos!" ...
- "¡Gracias, Antonia! " ...
- "¡No! No me las des, hombre" ...
Antonia es delgada y menuda. Le sienta bien el bikini en el cuerpo curvo y decidido. Ahora Macías ya conoce bien el cuerpo de Antonia. La ha visto entrar valiente y mujer en el mar, y chapotear una media hora mientras él aguardaba sentado en la arena la salida de la mujer de las aguas frías.
Natural e inicialmente, a Macías le había llegado el deseo un tanto inconcreto al proponerle a Antonia poderla ver entrar él solo cómo se adentraba en las aguas. Pero ese deseo que está en la libertad, se desdibujó y desapareció muy en seguida. Más pureza. Toda la pureza.
Era un cuerpo de mujer que disfrutaba en el mar llevado por su cabeza y pensares generosos. Macías agradeció a Antonia tal generosidad, y se dio cuenta sin decirlo de su error del deseo. ¿Para qué el desnudo?, ¿por qué esa obsesión hacia una mujer coherente e inalcanzable? ...
El día era espléndido y brillante, agudo, real y de sosiego. Cuando Antonia se acercó a su vera, Macías le acercó la toalla caballerosamente. Antonia se secó en seguida, se puso las chanclas, se quitó la arena de sus pequeños pies, y caminaron hacia la calle en donde habita la mujer.
En la despedida, Macías y Antonia se dieron dos besos amables y puros. Y el mar admiró y aplaudió el hundimiento del deseo de Macías, y siguió dejando que el sol reinara y que las gaviotas jugueteasen por la playa envidiable.
¡LA MALVARROSA!

martes, 16 de enero de 2018

- EL REAL MADRID, HUNDIDO EN LA IMPOTENCIA DE ZIDANE. -



Estas ruedas de prensa que Zidane da ahora, son una clave para entender que su ciclo en el Madrid debería terminar pronto. Son ruedas de prensa sin garra y sin sal, son poses de impotencia que hallan la tensión, y en las cuales solo los periodistas acaban siendo el objetivo claro de culpabilidad.
Antes Zinedine no era así. Era sonrisa de carisma, de flor en el culo, de convicción casi sorprendente en sus jugadores, de ironía y risa, y tenía la cosa visos de optimismo mientras los resultados le marcaban éxitos y aciertos.
Hace demasiado tiempo que el Real no funciona. A pesar de tener un plantel de jugadores que envidiaría cualquier técnico, la nave blanca del francés parece embarrancada en una playa de derrotas, que en un club de la fuerza estratosférica del Real es casi o absolutamente inadmisible.
La defensa es un coladero. El centro del campo una babia, y a la delantera le faltan latigazos de orgullo. Y más, cuando el Barça de Messi les coge sideral distancia.
Precisamente porque solo acaba de concluír la primera vuelta de la Liga, debería ser un acicate para unir fuerzas y talentos y de este modo volver a ser aquel equipo terrible que gana Champions como roscas. Pero en las competiciones largas, regulares y de sudor, al Madrid le hace falta otro fondista entrenador.
Habría que dejarse de diplomacias y alzar la voz. Y Zidane no es de esos. Zidane es iteración y vuelta al trabajo, silencio y espera. Pero al aficionado hace tiempo que se le ha acabado la paciencia. Una derrota más, y el Bernabéu será un lugar de pocos amigos.
Digan lo que digan los demás, los jugadores se han apoltronado y no corren. Al no correr, se ha enquilosado el equipo. Y cuando deciden arremangarse, no llegan a los balones y son superados por sus rivales.
En la portería, Keylor ya sobra. Y sería una excelente idea consagrar a un joven portero vasco,-que huele a Iríbar-, y que demuestra que su precocidad puede llevar más a la positividad del logro de meta excepcional que a los temores de los bisoños.
Carvajal y Marcelo no están. Y en el centro de la defensa, ni Nacho ni Casemiro suplen bien a un Sergio Ramos en declive.
El jugueteo de Modric o Kroos ya no es dominador sino puntual. La creatividad carece de solidez. Y esta causa lleva una y otra vez a Isco a perderse entre impotencias.
La querencia de Zidane por Benzema, clama a todos los cielos. Gareth Bale es un futbolista de cristal, y ahora todos entendemos por qué un jugador de su talento no ha triunfado plenamente en ningún lugar.
La nostalgia busca a Morata. ¡Un error garrafal! Con Morata había una garantía de peligro y de gol inminentes aunque no poseyera los fundamentos técnicos de los intocables. Marco Asensio ve demasiada indiferencia y nula continuidad. Y así no logra crecer ni se puede.
Lo de Cristiano es un culebrón tragicómico. Falla goles increíbles, no se encuentra a sí mismo, y parece que el Madrid ya no le hace gracia y que busca horizontes exteriores menos exigentes.
Y en el medio del lío, sin responder bien a cosas que no sabe, Zinedine Zidane trata de sobrevivir y de hacer autos de fe. Pero insisto en que sus ruedas de prensa ya son defensivas y tristes, y que su magia parece que queda eclipsada por su incapacidad para sacar al Madrid de ese pozo, y situarle en donde ha de estar por historia y millones. Pero me temo que al francés no le salva la Copa, y ni siquiera la Champions taparía el colosal agujero actual.
-ZIDANE, ¡DIMISIÓN! -

sábado, 13 de enero de 2018

-LA REVISTA "INTERVIÚ" NOS DICE ADIÓS. -




La Democracia en los setenta y ochenta. España se enfrentaba a un tiempo nuevo tras el cruel franquismo. Soplaban vientos renovadores y necesarios. Y la gente se puso activa y audaz. La revista "Interviú", fue el icono carismático de esas pulsiones. Había que abrir y que se airease el polvo. No quedaba otra.
Lo de las señoras en bolas, también fue eso mismo. El adiós a los corsés censurados y el echarse hacia adelante y que pasara lo que tuviese que pasar. La mujer se iba posicionando. Vestidos más cortos y libres. Sí. Más de su libertad. Los bikinis, los nada bikinis, los destapes, la muestra de los senos que es una de las partes más bellas de la anatomía femenina.
Aperturas en democracia y en libertad. La revista "Interviú" fue potente y se arropó con unos periodistas extraordinarios y hasta temerarios, que luchaban por sacar del felpudo la mierda del tabú. "Interviú"talaba árboles aparentemente inalcanzables, y por dinero lograba unas informaciones que hubieran estado siempre cerradas a la ciudadanía. Solo el Rey Juan Carlos se libró de que le viéramos en cueros, por una acción in extremis.
Ahí, se libraban pocos. Había voracidad de rigor. Impacto e inconformismo. Ganas de hurgar y de presentar una España nueva y sin caspa. Una España valiente y progresista, un periodismo independiente y maravillosamente tocahuevos. El periodista de raza. "Interviú" ha sido nuestro "Play Boy" español. Más a nuestro estilo y a aquel tiempo en donde se habrían tantos caminos. Caminos anhelados. Era cuestión de atacar al Poder para hacer higiene y perder miedos.
El "Interviú" era carete. Era una revista de calidad, que nada tenía que ver con las otras revistas de destape que proliferaban en los escaparates de los kioskos. Era don desnudo. Para comprar la revista había que tenerse ganas de avanzar, un poco de dinero, serse de izquierdas o simplemente crítico, y sentir que el buen periodismo podía ubicar y cambiar las cosas a través de las fotos y de las informaciones restringidas y casi imposibles. Fue un arma de normalización y una ocurrencia excelente.
Daba corte en mi juventud que me vieran leyendo el "Interviú". Te miraban mal. Pensaban que solo estaba fijándome en las actrices o starletts en pelota picada exhibiendo su poderío físico en busca de su apuntalamiento social. De su máster, a través de su mostrada belleza sin ropa.
Y, no. "Interviú" era una ruptura. Un tiempo determinado. Llegó Felipe González a La Moncloa, y ahí estaba el "Interviú" al acecho de noticias. No pasaban una. Descubrían a Roldán, a Paesa, se decía lo que nunca ningún político admitiría en público, y a mí me fascinaba ese torrente de libertad. Porque los torrentes de libertad siempre son saludables y nutritivos.
Hasta que llegó doña tecnología. La de hoy y la de mañana. La que hace que la gente ya no guste de las noticias a papel y se sumerja de cabeza en la inmediatez de la propuesta del internet y su mundo.
Ahora, los jóvenes y todo el mundo pueden ver a todas las chicas hermosas solo con meterse en la Red. E informarse y en tiempo actualizado de las últimas noticias. Es una revolución absoluta y asumida. Por eso la revista ya no puede competir con ese tsunami tecnológico.
Hacía años que "Interviú" ya no era aquella revista icónica y especial. Porque los últimos años no son de libertad sino de supervivencia y de trabas. Y porque ya no parecen estilarse estas cosas. Esa cosa mediática que tenía nuestra democrática revista, cedía ante la realidad irremediable. Pero creo que "Interviú" se despide con la mejor de sus sonrisas. Nos hizo mucho bien, nos enamoramos de las pieles de aquellas bellezas conocidas y potentes, nos enteramos de casos que nos dejaban alucinados, y las cloacas del Estado eran un filón fértil para unos extraordinarios periodistas, reporteros, y fantásticos fotógrafos.
Fue una revista cuidada y oportuna, necesaria y aguda, personal y profundamente libre. Si hoy siguiese la pasión viva por el mundo a papel, yo seguiría cogiendo o tomando entre mis manos una revista así. Aunque me mirasen de reojo reprobándome.
-SIGNO DE LOS TIEMPOS-

lunes, 8 de enero de 2018

- EL SEÑOR EVELIO SE VA DE PUTAS -




Bajito, poca cosa, aspecto de despistado, tranquilo, calmo, setenta y cinco años y bastante anonimato en él.
No le conocen todas las personas de su finca en la que vive, pero sobre todo porque la gente de su edad siempre tuvo más relación con su mujer que con él. Más confianza. A él le conocieron a raíz de su matrimonio. Pero, casi mejor no hablarle al señor Evelio de su mujer, porque es fatal. El pasado tremendo y demoledor.
Evelio solo conoció a María. Toda la vida juntos, novios de bien pequeños, él trabajador de una fábrica de curtidos, y ella al casarse con él, ama de casa.
Amante del fútbol, don Evelio acepta que la pensión que cobra es una miseria. En aquella fábrica de curtidos, los sucios jefes no le cotizaron apenas nada a pesar de estar toda su vida trabajando. Evelio les denunció, perdió el litigio, y ahora ya se conforma con llegar,-y cada vez con más apreturas-, a fin de mes.
María. ¡Oh, María! ... Se le murió a don Evelio de un infarto demasiado antes de hora. Cincuenta y cinco años. Un infarto. Él tenía tres más cuando sucedió lo más terrible.
Los hijos fueron dejando el hogar familiar. Se independizaron, se casaron, se fueron haciendo los remolones, el lar de los padres es doloroso, se acostumbraron a no visitar a su padre; don Evelio apenas conoce a sus nietos por fotografías que el hombre guarda en los cajones de un armario de cariño, y se hace a la idea de que todo va terminando y para siempre.
Según la gente de su barriada, don Evelio es muy educado, independiente, poco hablador, y llegó a decirse en tiempos que su padre fue pintor y no precisamente de brocha gorda. 
Los pequeños comercios del barrio fueron cerrando uno tras otro. Ahora ya no hay peluquerías familiares, ni hueverías, ni carnicerías, ni talleres mécanicos, ni nada cercano. El barrio de don Evelio se ha vuelto actual y esquivo, en el ascensor nadie parece conocer a nadie, el verano da paso al inexistente otoño que pare al invierno, y las rutinas son predecibles y siempre de hoy y ahora.
María. Don Evelio sabe que María le perdona cada vez que se va de putas. Tiene suerte porque a pesar de sus lesas rodillas, tiene el Barrio Chino a escasos quince minutos y a pie. Y con toda la independencia y con un rictus tranquilo, puede verse a don Evelio camino del sórdido lugar.
El anciano va al grano. Ideas claras. Lo primero que hace es organizarse económicamente para poder llegar a fin de mes. Y si hay opción, entonces se regala un placer.
Don Evelio no va eligiendo chicas, ni las prostitutas a él. Siempre se mete en el mismo bar del Barrio Chino, en donde en las tardes frías y cuando la noche aún queda lejos, los domingos se dirige a una mujer de mediana edad llamada Úrsula. O, así se la conoce.
La prostituta le ve llegar, y apalabran el servicio. No siempre es penetración, no siempre son los domingos, no siempre son las tardes frías, y solo es el deseo. Unas veces solo es felación, y otras se completa el acto. Depende.
Don Evelio no habla con nadie más, a pesar de que otras mujeres se le insinúan y le abordan ofreciéndole sus servicios. El hombre termina lo que tiene que hacer, se peina, y aparece en las calles ya aledañas del Barrio Chino sin que nadie sospeche que viene de allí.
Don Evelio no sonríe. Dejó de hacerlo cuando María. Si alguien le pide la hora, él se la indica. Incluso si se le demanda un cigarrillo, el hombre no tiene el más mínimo inconveniente en satisfacer a la persona que se lo pide. Pasa por delante de un bar concurrido y no entra en él. En tiempos se pasaba allí las horas jugando a la manilla, al dominó o al póker. Ahora solo es un lugar de paso. El bar cambió de dueño. 
Don Evelio camina lenta, pausadamente, confiado, llega a su portal, toma el ascensor, se mete en casa, ve un poco la tele mientras cena y luego se va a dormir. No sueña nada.
-Y NUNCA SE METE CON NADIE-

miércoles, 3 de enero de 2018

- MI "REY BALTASAR". -




Ser niño en estas fechas puede ser una magia especial. Yo recuerdo vagamente mi niñez, y el olor a caramelo y luces mágicas que envolvían humilde pero claramente mi espectro personal por estas fechas.
Yo lo que quería eran regalos. La carta, mi carta a los Reyes Magos. Tardé mucho en saber que son los padres, y eso me concedió unas prolongadas ventajas. Todo podía ser posible. Como el eslogan social. Otro mundo podía ser posible. La mutación mágica, podía tener lugar.
Yo, pertenezco a un estrato social muy pobre. Mis padres y abuelos se limitaban a sobrevivir para llegar a fin de mes. El otro día vi un oficio viejo que se añadía en mi padre al de marroquinero. Se llamaba "anudador de sommiers". Que significa que unía los hierros esos de las antiguas camas. Otro tiempo y la misma ternura.
Vuelvo a mis deseos. Los Reyes Magos. Aquello era un cheque en blanco, al portador, el twiter sincero de todos mis anhelos. Los juguetes. Ahora no sé muy bien el porqué de mis juguetes. Pero jugar es fundamental en y para un niño. El juego. Al fútbol también le dicen juego, y luego sabemos en qué se ha convertido ...
Mi abuela no estaba de acuerdo con lo que yo ponía en la carta de los Reyes. Y protestaba y me decía que cómo se me ocurría poner ahí un scalextric si eso no me lo iban a traer nunca. Mi madre salía al cruce y me decía que no hiciese caso, y que pusiese todo ahí. Nunca tuve un scalextric, pero la ilusión la tuve toda. Todo era magia. Podías subir de escalafón social y emocional escribiendo en un tierno recuerdo tradicional.
Íbamos la víspera de Reyes a la más que famosa cabalgata. Todo lleno en la Plaza del Ayuntamiento,-entonces llamada del Caudillo-. Todo lleno de niños, padres, abuelos, carteristas, niños eternos, y toda la ilusión en el ágora.
El locutor del evento gritaba finalmente entre globos de colores: "¡Ya viene el Rey Melchor! ¡Ya está ahí el Rey Gaspar! ¡¡¡Ya llega el Rey Baltasar!!!" ...
El mío. Mi preferido. Los otros reyes no estaban mal. No recuerdo mucho la diferencia entre Melchor y Gaspar, y me parecían rubicundos, preparados, de márketing o un poco esperables. Fantásticos, pero sin unas claras sorpresas. Eran blancos. Como yo.
En cambio, el Rey Baltasar era un enigma con carisma total. El negro lo podía todo. Como Waldo en el Valencia de fútbol de la época de mi padre, o el habilidoso Salif Keita de cuando yo iba todos los domingos a Mestalla a ver al Valencia pasando frío y en general de pie.
Que llegara un negro,-como Pelé-, a mi vida a traerme regalos, eso no era esperable. Un negro, en mis pensares infantiles, era más que un Rey. Era el Rey de todas las ilusiones y de todas las cosas. Seguro que yo convencía más a Baltasar que a Melchor o a Gaspar.
Baltasar era un enigma posible para ser descifrado a golpe de chuche acogedor. El Rey Baltasar era mi última esperanza antes de que volviera el colegio. Mis padres me llevaban al lado del Rey Baltasar, y Su Majestad me sonreía, confortaba y animaba.
¿Y si a pesar de mi abuela agorera el negro hacía un dribling a la lógica y al día siguiente aparecía un scalextric en mi casa? ¡Sería la repanocha! ¿Por qué no?, ¿por qué no creer?, ¿por qué no ilusionarse?, ¿por qué no ser más rico, más guapo y más feliz?, ¿eso puede parárselo alguien a un niño? ...
¡Jamás! No tuve scalextric ni falta que me hizo. Tuve pistolas de vaquero, carbón dulce, regaletes distraídos, y un dormir maravilloso la noche anterior.
Sueño cumplido. Siempre había algo. Al día siguiente había algo. Yo no sabía y mejor así, que se llamaba ilusión infantil. Pero ya me podían quitar lo bailado o soñado. Daba igual todo. Baltasar siempre lo supo. Y le quiero y le querré siempre. Porque la ilusión no solo es la infancia, sino todas las etapas de la vida.
¡POR SUPUESTO!